Parece
obvio que el acceso al conocimiento depende de nuestra capacidad de aprender,
pero se dice poco respecto a que dicha capacidad se adquiere gradualmente, con
esfuerzo, dedicación y constancia. Paulo Carlino, en su libro Escribir, leer y aprender en la universidad
nos recuerda que el acceso a una especialidad, esto es, a un campo específico
del saber humano, depende de una alfabetización académica, que no es otra cosa
sino una iniciación en las prácticas discursivas propias de una disciplina y
éstas, dice Howard Gardner en Las cinco
mentes del futuro, “son una manera característica de concebir el mundo”.
En
su texto, Carlino critica la actitud de muchos docentes que monopolizan la
palabra y reducen a sus estudiantes a simples receptores. Esta centralidad del
maestro, este protagonismo, es algo que aún priva en muchas aulas
universitarias y repercute negativamente en el aprovechamiento académico y
rendimiento escolar de los alumnos; éstos, presas de las interpretaciones de
los docentes, se hallan condenados a memorizar un saber que no construyeron y a
repetirlo después, aun sin haberlo entendido.
Al
denunciar el desencuentro entre lo que los profesores esperamos de los alumnos
y lo que éstos logran en el nivel superior, Paula Carlino invita a los
estudiantes a recuperar su protagonismo. Y es que al planear la clase,
prepararla, diseñar las actividades de enseñanza, aprendizaje y evaluación,
identificar la finalidad de la materia, conocer sus propósitos u objetivos,
elaborar material didáctico, etc., el que más aprende es… el maestro. De lo que se trata hoy día es que sean los estudiantes
quienes desplieguen la mayor actividad intelectual posible y con ello aprendan,
a pesar de la inexperiencia, la poca pericia o el amplio conocimiento del
docente.
Escribir, leer y aprender en la
universidad es una exhortación a cuidar
los proceso y las prácticas discursivas de los alumnos con el objeto de que
participen más activamente en las sesiones y lo hagan, además, más sólidamente;
al comprender mejor lo que leen y expresar mejor por escrito lo que han
asimilado. Para Carlino, la lectura y la escritura son dos de las actividades
intelectuales más formativas que existen; pero escribir, asegura, “es uno de
los ‘métodos’ más poderosos que existen para aprender”. De ahí la necesidad y
hasta la urgencia, de que ambas actividades deban considerarse en todo trayecto
formativo en la Educación Superior.
Guiar
a los estudiantes hacia la cultura de lo escrito implica ayudarlos a conocer
mejor la disciplina que estudian y de la que ya forman parte, también coadyuva
a lograr una plena identificación con ella. Desde luego, se relaciona con que
los docentes trabajen a su lado para que puedan comprender, reflexionar,
cuestionar, proponer, argumentar, defender, innovar y crear su propio
conocimiento. No es tarea fácil. Para lograrlo es preciso que los maestros se
ocupen de la lectura y escritura que realizan sus estudiantes y lo hagan,
además, trascendiendo la revisión algunas veces somera y otras rigorista y
fastidiosa que se queda sólo en la ortografía y la sintaxis. Es necesario
aprender a advertir cómo la escritura incide sobre el pensamiento y cómo éste
puede encontrar un excelente vehículo para expresarse a través de aquélla. Se
trata, en palabras de Ignacio Pozo de pasar del aprendizaje de la cultura a la cultura
del aprendizaje. En ésta, la lectura y la escritura (independientemente de
sus formas y medios) han de ser fundamentales.
Nada
pierden los docentes y sí pueden ganar mucho si promueven entre sus estudiantes
la elaboración de síntesis rotativas de clase, monografías, guías de lectura,
resolución de cuestionarios sobre los temas abordados, ensayos (históricos,
literarios, científicos, críticos, etc.), resúmenes y ponencias para efectuar
exposiciones. A final de cuentas, quien se ha situado ante la inmensidad de una
hoja en blanco comprende bien que escribir implica leer dos veces… y también
pensar por escrito.
Escribir,
leer y aprender en la universidad. Una introducción a la alfabetización
académica.
Paula Carlino.Fondo de Cultura Económica,
México, 2013.